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Lee el siguiente artículo aparecido en el diario El Público.

 

El eslabón, ¿encontrado?

Darwinius, un primate de 47 millones de años, se presenta como un ancestro de humanos y simios


"El eslabón ya no está perdido". Así introduce el científico y divulgador británico Sir David Attenborough el hallazgo de Ida, el espécimen de un primate fósil presentado ayer con gran fanfarria mediática en el Museo de Historia Natural de Nueva York como el ancestro común de humanos y simios, y sobre el que sus descubridores no escatiman grandilocuentes declaraciones.

"Es como encontrar el arca perdida para los arqueólogos", afirmaba ayer el coordinador del trabajo, Jorn Hurum, de la Universidad de Oslo, para luego rematar: "Este fósil será el que probablemente aparecerá retratado en todos los libros de texto durante los próximos 100 años". Paradójicamente, ni el estudio científico que reúne los detalles ni las primeras reacciones al hallazgo sostienen tan ambiciosas pretensiones.

Pero para llegar a Ida, es preciso comenzar por los antecedentes. Los expertos asumen que los primates evolucionaron hace unos 50 millones de años en dos ramas separadas, los estrepsirrinos y los haplorrinos. Los primeros, llamados de nariz húmeda, partirían de un grupo denominado adápidos, cuyos descendientes hoy incluyen a los lémures de Madagascar, los loris y los gálagos.

Los segundos, de nariz seca, engloban a unos pequeños animales arborícolas asiáticos de grandes ojos llamados tarseros. Respecto a monos, grandes simios y humanos, aún no encajan fácilmente en el esquema debido a los huecos en el registro fósil, pero su nariz seca tiende a situarlos en la segunda rama.

En ciertos medios se compara con la llegada del hombre a la Luna, el asesinato de JFK o la piedra Rosetta

 Imagen de nischg en Flickr bajo licencia de CC

Y en esto apareció Ida. En 1983, unos cazadores de fósiles aficionados localizaron el ejemplar excepcionalmente bien conservado en el yacimiento de la caldera de Messel, cerca de Frankfurt (Alemania), una cantera abandonada calificada como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco por sus pizarras que guardan abundantes fósiles del Eoceno, entre 56 y 34 millones de años atrás.

Durante más de dos décadas, la pieza permaneció en manos privadas, hasta que en 2006, en una feria en Hamburgo, un tratante le mostró las fotografías a Hurum, quien supo que se encontraba ante un hallazgo "sensacional". "Pasé dos noches sin dormir pensando en este espécimen", relató. Tras pagar un precio que el diario británico The Guardian sitúa en torno al millón de dólares, Hurum congregó a lo que él define como un dream team de expertos, capitaneado por el director del Museo de Paleontología de la Universidad de Michigan y uno de los principales especialistas de EEUU, Philip Gingerich. Tras el estudio, Ida inauguró una nueva especie, Darwinius masillae, en homenaje al bicentenario de Darwin y al lugar del hallazgo.

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Prudente escepticismo

Mientras, los rumores corrían por los blogs. En las revistas Nature y Science, los grandes templos de la ciencia, se acogía con prudente escepticismo una nota de prensa distribuida por el circo Darwinius, titulada Un hallazgo científico revolucionario que lo cambiará todo y a la que Science replicaba bajo la cabecera El titular científico más exagerado del mundo. En las horas previas, la televisión en EEUU difundía el eslogan Esto lo cambia todo, al tiempo que se exhibían imágenes de la llegada del hombre a la Luna y del asesinato de JFK. En otros medios se hablaba de la "piedra Rosetta de la evolución de los primates".

Por fin, la rueda de prensa y la liberación del estudio de PLoS ONE permitían ayer conocer los detalles. Ida, o Darwinius masillae, es un animal del tamaño de un mapache, una hembra que vivió hace unos 47 millones de años en el entonces bosque tropical del área de Messel y que murió en las aguas de la caldera. La extraordinaria preservación del 95% de su cuerpo muestra incluso el contorno de su piel y su último almuerzo vegetariano aún en su estómago.

El estudio aventura que se trata del "primate más completo conocido en el registro fósil". En el momento de su muerte, antes de cumplir un año, Ida aún conservaba los dientes de leche, como revelan los análisis de rayos X. Había crecido hasta un 60% de su peso adulto, que habría alcanzado unos 900 gramos.

El principal interés de Ida consiste en que se asemeja a los lémures, con el pulgar oponible característico de los primates, uñas en lugar de garras y una disposición de sus extremidades traseras que sugiere un principio de evolución hacia un futuro bipedalismo. Pero en cambio, carece de ciertos rasgos típicos de los actuales lémures, como el peine dental y la garra de aseo, dos estructuras que estos animales emplean para el cuidado de su pelaje.

Conexión con el resto de los mamíferos

Para los investigadores, aquí reside la clave de su clasificación provisional, que el estudio sitúa más cercana a los haplorrinos tarseros y quizá monos y humanos que a los estrepsirrinos o lémures. El texto sugiere que "podría representar un grupo base del que los primates antropoides luego evolucionaron, pero no abogamos por esto aquí", advierte, "ni consideramos a Darwinius un antropoide". Sin embargo, la mención insinúa la verdadera intención de los científicos, que en sus declaraciones a los medios ayer perdían el rigor desnudo de los datos.

Así, los autores del estudio especulaban con la posibilidad de que Darwinius ocupe un lugar temprano en la evolución de los primates, cuando un animal parecido a un lémur habría perdido el peine dental y la garra de aseo, inaugurando la rama de los primates que carecen de estas estructuras, en la que se situarían simios y humanos.

La posible relevancia de la especie en esta encrucijada del árbol de los mamíferos se explica en las palabras de Attenborough, que no ha participado en el estudio pero que será uno de los protagonistas de su divulgación mediática: "Esta pequeña criatura nos va a mostrar nuestra conexión con el resto de los mamíferos". Pero mientras Attenborough da el eslabón por encontrado, es de esperar que el escepticismo siga dominando las reacciones en torno a la pequeña Ida.

Adaptación del diario El Público.

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