La figura de Napoleón Bonaparte es más conocida en su faceta militar que en la de hombre de Estado. Sin embargo, vamos a mencionar algunos aspectos de obra al frente del gobierno de Francia que pueden darte una visión más completa de este personaje histórico.
Lo primero que hay que destacar de la obra de Napoleón es que
durante su gobierno consiguió algo que hacía muchos años que se echaba en falta en Francia:
estabilidad y orden. Eso fue posible gracias a que contó con el
apoyo de amplios sectores sociales, desde el pueblo más humilde, que admiraba su figura y confiaba en él, hasta la alta burguesía de los negocios, que lo necesitaba para poner orden en Francia y poder desarrollar sus actividades.
En líneas generales, Napoleón afianzó los principios fundamentales de la Revolución Francesa en sus aspectos más moderados: la igualdad entre los hombres, la defensa de la propiedad privada y la libertad económica, la libertad religiosa...
También avanzó en el desarrollo de un Estado moderno, que pudiera gestionar más eficazmente los asuntos y llegara a todos los rincones del país. Para ello reorganizó totalmente la administración pública y aumentó considerablemente el número de funcionarios.
Tal vez la mayor aportación de Napoleón a la modernización del Estado fue la
unificación legal. En el Antiguo Régimen cada región, a veces cada ciudad, tenía leyes y costumbres propias. No existían códigos legales unificados para todo el país. Napoleón dio un paso de gigante al recopilar, ordenar y actualizar las leyes vigentes,
tanto en el Derecho Civil (herencias, matrimonios, contratos, compra-ventas, relaciones laborales...) como en el
Derecho Penal (unificación de las penas aplicables a cada delito). En
1804 se promulgó el
Código Civil de Francia, conocido como Código napoleónico, y en
1807 el
Código de procedimiento Criminal. Con ambos textos, las leyes pasaban a ser las mismas para todos los hombres y mujeres de Francia.
Un aspecto muy interesante del gobierno de Napoleón fue la notable mejora de las infraestructuras de Francia, ya que acometió numerosas obras públicas que modernizaron los caminos, puentes, puertos, etc. Esto permitía unas mejores comunicaciones, lo que favorecía el funcionamiento del Estado y de la economía.
También consiguió Napoleón poner paz entre la Revolución y la Iglesia Católica, al firmar un tratado con el Papa por el que la Iglesia renunciaba a reclamar las tierras y bienes que la Revolución le había confiscado en Francia y a volver a imponer el catolicismo como religión oficial del Estado. A cambio, el gobierno de Francia reconocía que la Iglesia católica debía recibir un trato especial, por ser la mayoritaria en el país, y se hacía cargo del pago de un salario a los sacerdotes.
Finalmente, un aspecto importantísimo de la obra de Napoleón en Francia fue la creación de un sistema público, gratuito y laico de enseñanza, tratando de que la educación y la formación permitieran llegar a los puestos más altos del Estado a las personas mejor preparadas, independientemente de sus medios económicos.