1.2. La luz predomina sobre la forma.


La vocación de san Mateo, de Caravaggio (1601)
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El buey desollado, de Rembrandt (1655)
Imagen de Eloquence en Wikimedia Commons
bajo Dominio Público

Un rasgo típico de la pintura barroca es la obsesión por captar los distintos matices que ocasiona la luz sobre los objetos. Los pintores parecen dar más importancia a la luz que a marcar con claridad y nitidez los contornos de las cosas. Fíjate en estos dos cuadros de otros dos grandes maestros de la pintura barroca: Rembrandt (1606-1669) y Caravaggio (1571-1610.

Habrás observado en estos dos cuadros que la luz da sólo en algunas zonas de la escena. Las partes que quedan a oscuras apenas se perfilan porque, en realidad, no notaríamos claramente sus contornos. Estos efectos de contrastes violentos entre las zonas claras y oscuras se conocen como tenebrismo.